Me quedé prendado cuando vi por primera vez el anuncio de Guinness de Rutger Hauer a principios de los 90, realizado en Telecine Cell, cuando yo empezaba a trabajar en Central Television, en Birmingham. Cualquiera que recuerde el encanto y la genialidad de aquel anuncio puede que piense lo mismo, pero a mí simplemente me dejó boquiabierto [...].